Estudio reveló que el 57% de las empresas en Chile planea mantener el trabajo a distancia finalizada la crisis.
El término de las cuarentenas en varias zonas del país por la disminución de los contagios del Covid-19 trajo consigo que muchas empresas retomaran sus labores presenciales y reabrieran sus oficinas. Sin embargo, varias de estas, al verse ya acostumbradas al teletrabajo, y observando sus beneficios, optaron por continuar con la modalidad online.
En línea con lo anterior, un estudio de Randstad, realizado a más de 400 responsables de empresas de distintos sectores, reveló que el 75% planea mantener el teletrabajo una vez finalizada la crisis. De este, el 63% lo hará solo algunos días de la semana y el 12% a tiempo completo, aunque esto supone todo un desafío para muchas compañías, que han tenido que tomar medidas para seguir funcionando con sus trabajadores a distancia.
Bajo este contexto, la pandemia ha demostrado hasta qué nivel la digitalización de los procesos, enfocada en la automatización, la conexión entre departamentos y la gestión de talentos, entre otros, resulta fundamental a la hora de mantener la eficiencia en el teletrabajo. A partir de lo anterior, cabe preguntarse si la nueva modalidad es una solución a la problemática actual, o es, más bien, una oportunidad para subirse al “carro” de la digitalización de una vez por todas.
Trinidad Álvarez, coordinadora ejecutiva del Laboratorio de Estudios en I+D+i Empresarial del Centro de Innovación UC, se inclina por la segunda alternativa, y es que a su modo de ver, el teletrabajo no solo ha significado una aceleración de la transformación digital, sino que, incluso, ha demostrado que dar el salto hacia ella es urgente.
Según explica, “el trabajo a distancia demostró la necesidad de contar con formas ágiles de trabajo, donde la ubicación geográfica no fuera una barrera”. Esto, provocó que muchos procesos dejaran de hacerse vía documentos físicos, realzando la necesidad de que la información estuviera disponible para distintas personas y áreas de la empresa de forma rápida. “Y es en este contexto, donde la digitalización fue un paso necesario para avanzar en esa dirección”, subraya.
En esa línea, destaca que fue necesario para las empresas contar con las herramientas digitales permanentes que respondieran a estas nuevas formas de trabajo, “y que permitieran asegurar la continuidad, calidad y tiempos de entrega de la operación”.
Sumado a lo anterior, la experta indica que muchas empresas lograron dimensionar las ganancias de la digitalización de sus procesos, “pudiendo observar y valorar los beneficios que esta tiene en cuanto a la eficiencia, lo que también fomenta a seguir avanzando en ese sentido”, asegura.
No obstante, la académica repara en que contar con herramientas digitales o nuevas tecnologías es solo una parte de lo que se denomina como “transformación digital”, acotando que esta también involucra cambios en cuanto a la estrategia de negocio y el desarrollo de capacidades organizacionales y culturales en la empresa, “las que resultan fundamentales para poder extraer el valor que entregan estas nuevas tecnologías o procesos digitales”, resalta.
A modo de ejemplo, indica que, la sola posibilidad de incrementar la captura de datos, uno de los beneficios de este proceso, “no podrá ser explotada en todo su potencial si no se cuenta con una organización que cuente con capacidades para tomar decisiones en base a analítica avanzada o donde exista una la cultura de asumir riesgos y empoderar a los trabajadores para tomar decisiones rápidas”, señala.
Por lo anterior, a su juicio, los avances en esta línea debiesen impulsar una transformación digital de la empresa en toda su extensión, algo que, según concluye, “aún está en proceso en las empresas chilenas”.