Biometría, firmas electrónicas y más herramientas disponibles en la era digital.
Sin duda la irrupción de la pandemia del Covid-19 vino a cambiar muchos de los paradigmas que se conocían anteriormente. Su llegada ha estado marcada por la necesidad de reaccionar rápido y eficazmente a una amenaza más bien desconocida, lo que ha cambiado la forma de trabajar, comportarnos con nuestros pares , e incluso ha restringido el cómo y cuándo podemos salir de nuestras casas al exterior.
Bajo este contexto, los servicios digitales también han sufrido cambios y aceleraciones, intentando siempre estar a la altura de muchas necesidades que ha traído la pandemia, como el teletrabajo, la comunicación entre personas, así como también el distanciamiento y la búsqueda por disminuir el contacto físico.
En este último punto, la tecnología ha jugado un papel clave, entregando soluciones necesarias para estos tiempos de distanciamiento y menor contacto físico, en casos como el reconocimiento facial, el pago online y sin efectivo, la firma electrónica, la toma de temperatura en lugares concurridos, entre muchos otros.
En esta línea, tecnologías como la biometría han debido adaptarse rápidamente, poniéndose a disposición de empresas como una herramienta eficaz y contando también con softwares en la nube que permitan que los datos estén disponibles en tiempo real, siendo así parte de una verdadera transformación digital.
Según explica Juan Tapia, doctor e investigador biométrico senior de la Universidad de Ciencias Aplicadas de la Universidad de Darmstadt, Alemania y Director del Centro de I+D de TOC Biometrics, Chile, el fenómeno ocurrido tiene que ver con que las empresas comenzaron a utilizar herramientas de este tipo de tecnologías, dado que con el Covid-19 la idea era poder identificar la distancia y que no hubiera contacto.
En esa línea, señala que se empezaron a buscar tecnologías biométricas que estuvieran “más maduras”, entre ellas, por ejemplo, el tema de la huella digital. No obstante, explica que “la huella, como la conocemos, ha tenido algunos problemas, porque hay que poner el dedo, es un sensor físico”. Por lo anterior, afirma que una de principales cambios ha sido que la tecnología está migrando hacia sensores de huella, pero sin contacto.
En el caso del reconocimiento facial, señala que hubo una evolución en los sensores de rostro, ya que la mayoría estaban hechos para reconocer el rostro completo, y hubo que adaptarlos para que leyeran la zona del antifaz (sobre la nariz). Esto, considerando que tenía que ser utilizada en personas con mascarillas, gorros, entre otros.
Asimismo, el experto indica que, aunque aún no predomina, la pandemia ha empezado a abrir la puerta del reconocimiento de iris, el que, según asegura, “tiene la ventaja de ser diez veces más preciso que la huella”, y evita lo que ocurre a veces con el rostro, donde una persona se puede maquillar o tapar, generando así que la identificación sea imprecisa y produzca errores.
En adelante, este tipo de herramientas podrían ser incluso utilizadas en el proceso de vacunación masiva contra el Covid-19. “Es importante pensar dónde va a quedar el registro, si lo asociáramos al iris, bastaría con que la persona se ponga frente al lector y se podría determinar si está vacunao, o no”, comenta.
A las adopciones anteriores, se le puede sumar la irrupción de tipos de pago sin contacto en puntos de venta, mejor conocidos como POS (por ‘point of sale’), y el aumento de transacciones a nivel de comercio electrónico producto de la pandemia.
No obstante los múltiples beneficios de la biometría u otras tecnologías de este tipo, Juan Tapia repara en que, a nivel país, el avance en la adopción de estas herramientas no está exento de problemas, argumentando que “en Chile las empresas no están preparadas para seleccionar cuál es la mejor modalidad biométrica, y tampoco se sabe cómo usar la tecnología. Dado lo anterior, afirma que “nos encontramos con que la banca, el retail y en la logística no hay especialistas en áreas biométricas que puedan evaluar la tecnologia”.
Incluso, agrega que en el país tampoco hay formación de auditores biométricos, y resalta que Chile no sea parte de los comités mundiales en el área (ISO-SC37), añadiendo que, además, hay poca legislación a nivel tecnológico al respecto.
Por lo anterior, destaca la importancia de un aprendizaje digital a nivel transversal, para así como país no estar en desventaja en comparación con otras zonas del mundo. “Nos falta formar, nos falta legislar, pero, sin duda, vamos en la dirección correcta”, concluye.